“Elige tu veneno, sea malo, sea bueno. Lo que mata es aquello que dejamos escapar. Mejor es ir por todo si después no queda nada. La vida es una fiesta que no quiere terminar. Si duele la cabeza nos preocupamos mañana porque lo que más nos hiere es el tiempo que se va”, rezan algunos de sus versos. María Rozalén los canta con alegría, a pesar del desasosiego que encierran. Recoge con su canto el legado de las grandes voces que lloran y sonríen a la vez en la misma melodía, como Chavela Vargas o Edith Piaf.
La canción, además, está llena de otros detalles “escondidos”, como un metalófono que el dúo compró en un festival de Bruselas, un piano de juguete o una caja de música que desembocan, a final del tema, en una melodía a modo de carrusel que nos hace soñar con los ojos abiertos.
“Elige tu veneno, sea malo, sea bueno. Lo que mata es aquello que dejamos escapar. Mejor es ir por todo si después no queda nada. La vida es una fiesta que no quiere terminar. Si duele la cabeza nos preocupamos mañana porque lo que más nos hiere es el tiempo que se va”, rezan algunos de sus versos. María Rozalén los canta con alegría, a pesar del desasosiego que encierran. Recoge con su canto el legado de las grandes voces que lloran y sonríen a la vez en la misma melodía, como Chavela Vargas o Edith Piaf.
La canción, además, está llena de otros detalles “escondidos”, como un metalófono que el dúo compró en un festival de Bruselas, un piano de juguete o una caja de música que desembocan, a final del tema, en una melodía a modo de carrusel que nos hace soñar con los ojos abiertos.